Jornada de formación permanente para el Consejo General y Coordinadores

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El Consejo General y los Coordinadores, tanto salientes como recién nombrados, comenzaron su reunión el 22 de enero de 2024 y finalizarán el 30 de enero de 2024. La mañana del martes 23 de enero estuvo dedicada a la formación permanente del Consejo General y de los Coordinadores. El padre Amedeo Cencini, sacerdote canossiano, dio ideas para el estudio y la reflexión. El tema abordado fue: “El abuso en las comunidades de vida religiosa: elementos de análisis y propuestas para una vida sin abuso”.
El padre Cencini habló con pasión y claridad de su vasta experiencia como profesor de psicología, pedagogo y psicoterapeuta en ejercicio, con conocimientos y situaciones de la vida real tanto en la Iglesia en general como en la vida religiosa. Indicó que siempre hemos sabido del abuso, incluso inconscientemente, y hemos tratado de ocultarlo tanto personalmente como Iglesia y como Congregaciones. Gracias a Dios, ahora todo está claro para el bien de la Iglesia, de las congregaciones religiosas y de toda la humanidad. Aunque todo ya terminó, intentemos comprender la naturaleza del abuso y tratemos de cambiarlo. Ya no hay vuelta atrás.
Indicó muy contundentemente que el más abusado y el primer abusado es Dios, es Dios quien nos llama a ser suyos y nosotros abusamos de él.
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A continuación, el Padre Cencini presentó las diferentes formas y tipos de abuso en la Vida Religiosa: Sexual respecto del voto de castidad; Poder y Autoridad respecto del voto de obediencia; Finanzas y bienes respecto del voto de pobreza. También destacó otros ámbitos de abuso: la liturgia, la Palabra de Dios, los Sacramentos, la pastoral, lo espiritual, la conciencia, etc.
El padre Cencini volvió luego a las diferentes respuestas al abuso en la comunidad, explicando cómo hoy existe un peligro real de estar a la defensiva y ser reduccionistas sobre este tema. También mostró cómo, si bien hay una minoría muy pequeña de aquellos que son verdaderos abusadores, hay una minoría igualmente pequeña de aquellos que son verdaderamente virtuosos, mientras que la gran mayoría de los hombres y mujeres en la vida religiosa actual son mediocres, aunque no abusan, no son ni calientes ni fríos, ni apasionados ni interesados, indiferentes, apáticos, cínicos que viven la castidad y la vida consagrada como una carga. Subrayó con fuerza cómo las transgresiones de unos pocos se traducen en la mediocridad de muchos, algo muy visible hoy en la Iglesia y en la vida religiosa. Muchos se lavan las manos. ¡El escándalo afecta a todos, todos son responsables! Lamentó la cultura de la mediocridad presente en la Iglesia hoy.
La mediocridad en sí misma es un escándalo y una perversión, un peligro porque es contagiosa, distorsiona el sentido de la vocación y del llamamiento. Lamentó la pérdida de creatividad en la vida religiosa actual. Continuó mostrando los signos de mediocridad en la Iglesia y la vida religiosa actual a través de un comportamiento defensivo e irresponsable hacia el abusador y el abusado. Hay una falta general de atención al dolor de la víctima y al “Magisterio de la Víctima”. La víctima tiene mucho que enseñarnos si estamos dispuestos a escucharla, y la voz de la víctima debe convertirse en una parte necesaria de los programas de formación en la vida religiosa si queremos imaginar una comunidad religiosa sensible y compasiva. El Magisterio de la Víctima es el llamado a aprender del sufrimiento de la víctima. Sin embargo, hay una fuerte resistencia a hacer el bien y a la verdad, a comprender a la víctima y, en cambio, muy a menudo se hace que la víctima se parezca a quien primero provocó el abuso, una inversión de roles.
La mediocridad tiene que ver con un clima de saturación que se está extendiendo entre las comunidades religiosas, es decir: “¡Ya fue suficiente!” También falta atención al problema de la formación y de la vida pastoral.
Este es un momento difícil para todos nosotros, pero es un momento de GRACIA si podemos encontrar en este momento un llamado a la conversión y al cambio. Hay un llamado a vivir la virtud de la Vigilancia respecto del Misterio del Otro, el Otro como Tierra Santa.
En la Segunda Sesión el Padre Cencini abordó el proceso emocional de una personalidad abusiva. Mostró cómo en cada uno está el agresor latente e indicó modos y medios para reconocerlo en uno mismo y en los demás. Destacó varios indicadores para reconocer una personalidad violenta. Analizó la teología del atacante o la imagen de Dios que el atacante defiende, lo que luego resulta en formas de clericalismo narcisista. Esto puede suceder en el contexto litúrgico: El abuso de la liturgia, de la Palabra de Dios, de los Sacramentos, etc.; abuso en el campo pastoral: Yo soy el Centro de toda la pastoral; en la Esfera Relacional son el centro de todas las relaciones; Ámbito social/eclesial: arribismo en la Iglesia, búsqueda de puestos de autoridad.
El llamado es a abrazar una teología no de la simple omnipotencia de Dios (Todopoderoso) sino de la omnipotencia del amor, un Dios de amor que se sacrifica por el otro como se evidencia en la cruz. La Cruz es la presencia de la Omnipotencia del Amor y no de poder y fuerza como explica San Pablo en el escándalo de la Cruz en 1 Corintios.
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A continuación el Padre Cencini respondió a las diversas preguntas planteadas por los cohermanos. Las dos sesiones estuvieron abiertas a la Comunidad de San Alfonso y también a los hermanos de Italia a través de un webinar.
El P. Rogério Gomes, Superior general, finalmente agradeció al P. Cencini por sus reflexiones tan honestas, provocativas y desafiantes.
Joseph Ivel Mendanha, C.Ss.R.

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