Principios de la reestructuración

Principio 1: La Reestructuración es para la Misión.

El punto de partida de nuestra vida redentorista es siempre la misión de Cristo y su abundante redención. Siguiendo el ejemplo del Redentor, nuestra misión redentorista es predicar el Evangelio “a los más abandonados, especialmente a los pobres” (Const. 1).

La fidelidad a nuestra misión es la razón y la finalidad de una auténtica reestructuración. La fidelidad a la misión exige que establezcamos e implementemos las prioridades apostólicas. No todo proyecto apostólico, por loable que éste sea en sí mismo, puede ser reconocido como expresión de nuestras prioridades misioneras (cf. Consts. 13‐17). Para proyectar nuestras tareas apostólicas, de forma que sean más cercanas a nuestras prioridades, se empleará el continuo discernimiento, decisión y evaluación.

Principio 2: La Reestructuración para la Misión debe estimular un nuevo despertar de nuestra Vita apostolica. Debe provocar una nueva disponibilidad para la misión.

“La Congregación sigue el ejemplo de Cristo por medio de la vida apostólica, que comprende a la vez la vida de especial consagración a Dios y la actividad misionera de los redentoristas” (Const. 1). La Vita apostolica en las Constituciones se refiere al “Quehacer misionero de la Congregación”, a “La Comunidad Apostólica” y a “La Comunidad Apostólica consagrada a Cristo Redentor”, así como a “La Formación en la Comunidad Apostólica” y “El Gobierno de la Comunidad Apostólica”. La reestructuración para la misión es una llamada a la conversión y a una profunda renovación de nuestra Vita apostolica en todas sus dimensiones.

Ésta conversión y renovación nos llevarán a profundizar nuestra reflexión sobre la cultura. Somos misioneros, provenientes de diferentes culturas, que se unen para formar comunidades basadas en la fe en Jesucristo. Esta fe lleva a los Redentoristas de hoy a valorar y a abrazar las culturas de los demás, a reconocer al mismo tiempo las limitaciones culturales y a dar testimonio contracultural, donde sea oportuno. La Reestructuración para la misión promueve una mayor libertad para afrontar, de forma profética, los desafíos de la evangelización.

La conversión misionera es un desafío a todos los Redentoristas, con independencia de su edad. Este reto debe explicitarse en los directorios y en la puesta en práctica de la formación inicial y continua.

Principio 3: La Reestructuración para la misión debe buscar y acompañar a los más abandonados, especialmente los pobres. Para que esto se lleve a cabo, debe darse una reestructuración dentro de las Unidades y Conferencias, y también más allá de los límites de las mismas.

“La preferencia por las situaciones de necesidad pastoral o por la evangelización propiamente dicha y la opción por los pobres constituyen para la Congregación su misma razón de ser en la Iglesia” (Const. 5). Nuestro ministerio a favor de “los más abandonados, especialmente los pobres” (Const. 1), no puede ser tan amplio como para incluir todas las formas posibles de trabajo pastoral. Sin embargo, siempre incluirá una preocupación pastoral por los que sufren por causa del fenómeno de migración masiva y el tráfico de personas.

Históricamente, muchas de nuestras casas se establecieron entre los pobres. Sin embargo, los cambios sociales y las presiones han provocado a menudo la salida de los pobres de estos lugares, pero no la salida de los Redentoristas. A veces, hemos mantenido estas comunidades, que ya no sirven a los pobres, justificando nuestra presencia con el ejercicio de la pastoral ordinaria. Por valiosa que ésta sea, a menudo no refleja nuestra opción por los más abandonados, especialmente los pobres.

Principio 4: La solidaridad en la misión incluye la capacidad de optimizar recursos tanto humanos (miembros profesos y laicos asociados) como económicos.

Nuestros recursos son ante todo humanos: los cohermanos Redentoristas, los miembros de nuestras Congregaciones religiosas afiliadas y los laicos asociados llamados por el Espíritu Santo a trabajar juntos en la misión del Redentor.

La solidaridad en la misión incluirá una atención especial a las Unidades frágiles en recursos humanos.

Esta solidaridad nos exige también un examen serio del actual sistema económico en nuestra Congregación y que se reforme si es necesario.

Principio 5: La Reestructuración para la misión requiere la asociación entre Unidades buscando siempre avanzar de forma conjunta.

Cada Unidad debe llevar a cabo su mandato misionero “con la colaboración constante de toda la Congregación” (Const. 141). Dicha colaboración se llevará a cabo en un espíritu de “caridad y en mutua convergencia de voluntades” (Const. 142).

Reestructurar recursos para la misión hoy significa que ninguna Unidad debe actuar de forma aislada. También requiere que se creen nuevas asociaciones entre las Unidades, siempre para un mejor servicio a la misión. Significa igualmente, la superación de rivalidades inaceptables o de divisiones, que pueden ser una fuente de escándalo. Y, en definitiva, que permita una comprensión más fructífera de la identidad de los Redentoristas.

Principio 6: Una parte vital de nuestra misión, tanto históricamente como en nuestra época, es la reflexión teológica enraizada en la experiencia espiritual y pastoral. Un nuevo despliegue de nuestros recursos teológicos es esencial para responder al reto de la reestructuración para la misión hoy.

Para cumplir con la misión de la Congregación en nuestro tiempo es necesario alentar la formación continua de todos los cohermanos y fomentar la especialización (particularmente, en Teología Moral y Pastoral). También necesitamos una formación, y una red de colaboración, en otras áreas específicas de experiencia pastoral en consonancia con nuestro carisma.

Principio 7: Participación y corresponsabilidad: el proceso de reestructuración implicará a todos los cohermanos Redentoristas y laicos asociados y, de alguna manera, a todas las personas con quienes ejercemos nuestra misión. Para ello, un proceso de concientización acompañará al proceso de reestructuración.

Los Redentoristas promoverán un proceso de concientización con respecto a la reestructuración en todas las Unidades de la Congregación. Este proceso implicará a todos los cohermanos, a los estudiantes en formación, a los laicos asociados y, de alguna manera, a todas las personas con las que trabajamos.